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Acotar al Poder Público en Beneficio del Gobernado. Candado a las parcelas de los Poderes Ejecutivos.

 

Por Sergio Aburto Libreros

Actualmente en la idea de la cosa pública –República- en que el gobernado busca constante e insistentemente pararse en equidad de circunstancias con el Estado, se deja de lado por muchos de los actores de las cuestiones públicas los orígenes y la finalidad de todo.

En la filosofía moderna del Estado –que no del Estado Moderno-, se busca la preponderancia de los Derechos Humanos de los gobernados, el establecimiento de una adecuada interacción de los diversos actores que forman parte de un sistema político sea cual fuere éste…

Y es ahí en donde merece la pena comentar sobre lo que acontece en varios de estos sistemas políticos, como por ejemplo:

Los sistemas políticos son una abstracción que materializa el Poder Público en Instituciones; las Instituciones están a cargo de personas. Las personas luego entonces son las que terminan detentando el Poder Público.

Lo anterior que podría ser leído como una verdad de Perogrullo, reviste una importancia capital para la concepción de la forma en que se ejerce actualmente el Poder Público en México y Latinoamérica.

Para establecer de manera clara cuál es la circunstancia actual del Poder repartido entre las instituciones –en manos ciudadanos- y de los resultados para el gobernado es necesario remitirse a los clásicos y a teorías elementales como la de la división de poderes.

No hace falta mucho preámbulo para poder mencionar que de la caída del Rey (Hombre-Estado), como soberano, se gestaron de sus ruinas un Estado, sí, un Estado pulverizado, en el cual la intensión primera es mantenerlo justamente así: desmembrado, dividido, funcionando acotado para que no se convierta en un Frankenstein que se allegue y acapare más poder –en manos de una Institución, o sea de una persona- y atente contra el gobernado.

IMG_20171115_112807En este tenor de ideas, el acotamiento del poder público significa que su división, es decir, la que resulta de esos entes constitucionales –Poderes y Organismos Autónomos Constitucionales- ninguno deberá tener prevalencia absoluta sobre los demás, así es como prácticamente se trata de mantener blindado, con pesos y contrapresos al Poder Ejecutivo de cualquier época y lugar.

No se puede ocultar que desde el inicio de la implementación de la División de Poderes del Estado, se trató de delimitar perfectamente las facultades legales de titular del Poder Ejecutivo, en cualquier ámbito: Municipal, Local o Federal, y mantenerlo hipervigilado, pues por experiencias históricas en todo el orbe, es ahí donde por lo regular se generan las ansias de romper el equilibrio y orden constitucional para buscar tener prevalencia por sobre los demás entes integrantes del Estado. (Véase a recientes fechas casos de Venezuela y Cuba etcétera)

En esta alegoría que hacemos para explicar este “Estado” desembrado, el cual actualmente vivimos, podemos afirmar sin temor alguno que el diseño e ingeniería Constitucional, así como todo el entramado legal está en función de mantener al Poder del Estado dividido, de ahí la división de poderes, y que cotidianamente se revisan procesos en los cuales se trata en todo momento de evitar que ese poder dividido se llegue a reintegrar, acumular y por ende revivir al Rey para que éste se reconforme y de alguna manera “alguien” lo tripule –regularmente suele ser el Poder Ejecutivo- y éste se vuelque en contra del ciudadano de manera tiránica o despótica.

Es deber no sólo de los gobernados, sino de todos los entes que integran el Estado Mexicano, Poderes Judicial y Legislativo preponderantemente, pero más allá de ese control legal del ejercicio del Poder Público, está también el control legítimo, que es el que le corresponde a todos los ciudadanos. Ser vigilantes, garantes del Estado de Derecho en donde cada ente realice lo que tiene que hacer. No ser comparsa, no omiso.
De manera muy frecuente los titulares de poderes ejecutivos que inician tripulando una revolución terminan germinando la semilla de la suya, al hacer de su política un péndulo, es decir irse al extreme contrario para quedar exactamente como antes.
Los poderes ejecutivos son los que obedecen al Legislativo, esa es su esencia, la figura de mandatario es para el Ejecutivo, la de mandante para el Legislativo; entre más personas lo sepamos, será mejor para todos.

Así de sencillo.

Día de Quincena. Jurídica ficción.

Por Sergio Aburto Libreros

Seis de la mañana. Medio despierto, aún sobre su cama, nuestro joven amigo estira la mano para apagar la alarma que vibra y suena sobre el buró. Es su teléfono celular, ese mismo que causó a la Federación impuestos al valor agregado y de importación.

De tal celular, que aún continúa sonando, el fabricante pagó derechos a la Federación para ser certificado en la Norma Oficial Mexicana. Termina de sonar la alarma del sofisticado aparato, que cuenta con servicio de telefonía e internet y que son pagados mensualmente a una empresa, causando impuestos a la Federación.

Por fin, aunque todavía algo somnoliento, nuestro amigo se levanta de la cama, enciende la luz de la habitación y también su recién comprada pantalla LED; de cuyo precio ingresó el 16% en impuestos a la Federación. Elige un canal de televisión de paga, de cuyo pago mensual se deducen impuestos, además de los que el propio sistema de televisión ingresa a la Federación por sus cobros; además de los impuestos a las ganancias de los propios canales que incluye dicho sistema y de los de los anunciantes en dichos canales de televisión.

Obviamente, ningún aparato de los mencionados podrían haber funcionado sin pagar previamente, y también a la Federación, el recibo por el servicio de energía eléctrica.

Se termina de despertar con una ducha caliente, posible gracias al pago puntual del gas y su incluido impuesto para la Federación; sobre el cual también declara la empresa que lo comercializa. Se viste y calza lo adquirido, que fue pagado con su tarjeta de crédito en una tienda departamental; con sus correspondientes impuestos.

Antes de partir hacia su empleo, deja un plato con alimento para su perro; de cuyo costo la Federación recibió 16 centavos de cada peso.

Sale de casa rumbo a su trabajo, y sube a su camioneta por la que pagó el ISAN (Impuesto sobre Automóviles Nuevos). Enciende la radio, cuya estación también genera impuestos a la Federación por las ganancias y derechos por la concesión.

Antes de llegar a su empleo, se detiene a cargar gasolina. Del pago se le deduce cuando menos el 40% del total pagado, cantidad que también va a las arcas de la Federación.

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Sentado ya en su escritorio, busca su cédula profesional adquirda previo pago a la Federación. Es hora del descanso para desayunar, evitará comprar comida chatarra, pues aparte de lo poco saludable, tiene un impuesto en su precio.  Se congratula, por salud y por economía, de no ser fumador; pues los cigarros causan un acumulado de impuestos a la Federación hasta por un 160% de su valor original.

En la hora del desayuno, por las mismas razones evitará, si puede resistirlo, consumir algún refresco, y qué mejor, pues aunque ignore que tiene un impuesto para la Federación a la sazón de un peso por cada litro, de cualquier modo se lo cobrarían.

Es día de quincena. De su salario le es descontado (retenido) el 30% de su sueldo. Sin embargo, al momento de ver su depósito electrónico ni cuenta se da, puesto que desde que fue contratado como empleado, sólo le dijeron a cuanto ascendería su «sueldo líquido».

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Termina su jornada. Acude al supermercado y paga en la gran mayoría de los productos que compra, un impuesto al valor agregado por un monto que va directo a la Federación. Además de los propios impuestos que la tienda genera por sus ingresos y trabajadores.

Este joven ciudadano en edad casadera pretende adquirir un refrigerador. Buscando la mejor opción entre calidad y precio, se dirige a una mueblería. En el trayecto, se atora en un embotellamiento. Para entretenerse, se pone a pensar en la ruta física que habrá de seguir ese refrigerador para llegar hasta su hogar y deja volar su imaginación:

Se imagina una construcción en una fracción de terreno que escrituraron a favor del fabricante (a la Federación le tocó un porcentaje en impuestos). Se adquirieron las materias primas y piezas a unas comercializadoras (y éstas también pagaron sus respectivos impuestos). Dichas materias primas fueron ensambladas en provincia, con todo cuidado por unos empleados (y se pagaron por otros conceptos a la Federación, los derechos de importación, de la paga a los trabajadores también se retuvo el ISR, entre otros). Finalmente estuvo listo el refrigerador. Lo venden a una mueblería (y de la operación de compraventa se vuelven a declarar impuestos a la Federación).

La mueblería registra su marca (en la Federación y paga por ello). Recibe el refrigerador. Y lo coloca a venta.

Nuestro amigo entra ya a la mueblería y ve en exhibición un refrigerador a su gusto y posibilidad. Por último se decide y lo adquiere a crédito, con módicos pagos a 48 mensualidades. (pagando un impuesto a la Federación de 16% de su costo total).

Regresa a su casa, instala el mueble y se abre una cerveza de lata nacional (de cuyo valor pagó también impuestos a la Federación).

Cansado y ya con un poco de sueño, enciende la pantalla LED para ver un telenoticiero. Escucha que habrá aumento de impuestos y creación de otros nuevos; se dice a sí mismo: No entiendo por qué tanto escándalo, si sólo paga más impuestos quien más tiene… ¡Que paguen! Se congratula no ser de esa clase pudiente y empresarial, que según él, es a la que le afectan los impuestos.

Programa la alarma de su celular para la jornada del día siguiente, mientras por su mente, no sin cierto aire de inocencia, pensando en los impuestos, dice para sí mismo: Total ¿A mí qué? Yo no pago impuestos, eso no me afecta… además, para lo que gano… Apaga la pantalla y la luz del buró.

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Como millones de personas con historias semejantes; listo ya para dormir en su cama, satisfecho y con su quincena casi intacta, nuestro amigo suspira y sonríe pensando: «Hoy ha sido un gran día para mi«. Y sí, sin duda lo fue… (pero más aún para la Federación).

¿Qué es el Derecho? Explicación entendible y sencilla.

Por Sergio Aburto Libreros.

No son pocas las veces en que intentando acercarnos al Derecho nos paralizamos ante la visión de una especie de argamasa sin forma integrada por leyes, reglamentos, lineamientos, normas, estatutos, bases, circulares, letras chiquitas y procesos laberínticos interminables. La situación no siempre tiene porque ser así.

CONFUS

Existen maneras más amables y didácticas de abordar al Derecho para los no abogados, que aquella de la exposición directa a la Legislación. Una de ellas es la visualización de éste como la ciencia de los mínimos; pues como podremos ver más adelante, el Derecho, entre muchas otras cosas más, es la ciencia que, de una u otra forma, determina los mínimos indispensables permitidos en la conducta de un gobernado.

Recordemos lo expuesto en entregas anteriores relativo al Principio de Legalidad(*), consistente en que al gobernado le está permitido todo aquello que la Ley no le ha prohibido; y viceversa para la autoridad. Las ideas que ensayaremos ahora no se contraponen en absoluto a dicho Principio; por el contrario, aporta marcos de referencia que permiten reforzar su comprensión.

(*)  https://derechonoabogados.wordpress.com/2015/02/23/el-amparo-que-es-que-no-es-y-como-funciona/

Entremos en materia: Dejemos por un momento de lado la idea de leyes complicadas e innumerables, y acerquémonos más a la idea de que el Derecho es el simple conjunto de acuerdos que hemos tomado todos, a través de nuestros representantes en el Poder Legislativo, para poder vivir e interactuar en Sociedad.

Sentado lo anterior, consideremos que las Leyes emanadas del Legislativo buscan regular, tanto cosas de capital importancia, así como cosas aparentemente triviales. Quedémonos con estas últimas por ligeras en su manejo: imagine que deja su automóvil correctamente estacionado en la calle; cuando regrese por el mismo, obvio no esperará que esté recién lavado por un empleado público, ni que un vecino se lo esté cuidando; eso sí que sería lo máximo. Sin embargo, lo mínimo que sí puede esperar tener derecho frente al Estado y la Sociedad, es que cuando regrese a abordar su auto lo encuentre, y lo encuentre, cuando menos,  en las mismas condiciones que lo dejó; que ambos, Estado y Sociedad respeten su propiedad. De la misma forma, las leyes buscan que cuando una mujer contraiga matrimonio (dicho así suena como una enfermedad) decida libremente procrear un hijo, en común acuerdo con su pareja y al cabo del tiempo decidan ambos divorciarse; lo mínimo que se puede esperar que haga el padre (y la madre también) es que sean responsables de la manutención del menor, procurando la satisfacción de las necesidades éste.

Abordemos más ejemplos didácticos respecto de esta ciencia de los mínimos. Si alguien radica en el país, lo mínimo que puede esperar el Estado es que éste alguien contribuya a los gastos comunes que se generan por las acciones públicas. Si una persona realiza una obra literaria o audiovisual, lo mínimo que se espera de que quien la tenga la haya adquirido de forma lícita y la utilice sin lucro. Por último, si a un servidor público se le confía el manejo de recursos públicos, lo mínimo que se esperará de éste es que ejerza los mismos bajo criterios de honestidad.

En el mundo real, salvo excepciones, la gran mayoría de los mínimos esperados en el actuar del individuo se cumplen. Sí, lo crea Usted o no, pese a cualquier índice de delincuencia, la constante social y legal es que quien compra un chicle, se lo dan; quien poda un jardín, le pagan; quien tenga un automóvil, lo conserva consigo. Sin embargo, para cuando los individuos dejan de realizar los mínimos, el Derecho preestablece, en la Ley de modo claro y común para todos, las consecuencias y los mecanismos que habrán de proceder (Principios de Legalidad y de Debido Proceso), de tal suerte que para el caso de quien no pagó sus impuestos, el Derecho hará justicia a favor del acreedor, o sea, el Estado; para el del que no respetó una obra intelectual, buscará justicia para el autor, y al del servidor público que no respetó la propiedad estatal, buscará hacer justicia a los intereses públicos.

Si queremos un enfoque diferente para comprender de una vez por todas qué es el Derecho, podemos tomar que, cuando el actuar de un individuo o sus valores no han sido suficientes para evitar que actúe “incorrectamente”, ello dentro de los valores comunes consensuados por todos y que fueron plasmados previamente en la Ley, es justo ahí cuando el Derecho entra para tratar de hacer justicia y reivindicar el goce de los derechos.

En este sentido, el Derecho, al que ahora familiarmente y para fines didácticos le hemos apodado la ciencia de los mínimos, tiene, entre muchas otras, una función: permitir que la vida en sociedad sea posible, y no sea una vorágine de incertidumbres y desorganización; quedando comprobado que de no existir aquél, sería la anarquía total.

El caos social es el enemigo a vencer del Derecho. Por ello vemos constantemente como se gestan nuevas ramas y disciplinas del Derecho para atender las nuevas realidades con la concomitante necesidad de «legislarlas», como son los casos del Derecho Informático, el Derecho a la Privacidad, Derecho Victimal, Derecho Genómico, Derecho Ecológico,  Derecho de las Minorías, Derecho Disciplinario de la Función Pública, entre muchas otras más.

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Conclusión. Con lo ya expuesto, ahora cuenta Usted con una herramienta adicional para tener una visión más clara de lo qué es y para qué es el Derecho, quedando en evidencia irrefutable, que la comprensión de éste va mucho más allá de “saber de Leyes”. Piense Usted estimado lector, que hoy en día todas las leyes se encuentran al alcance de un click de computadora o teléfono celular, compilarlas todas no sería mucho problema, pero eso no necesariamente redundaría en tener más conocimiento en materia de Derecho. Bajo el desarrollo de la idea de la ciencia de los mínimos queda Usted en condiciones no sólo de entender al Derecho y las Leyes de su país, sino también al Derecho como Ciencia, de cualquier país y de cualquier época. Así de sencillo.